miércoles, 28 de diciembre de 2011

Una pasta

-Quiero unas gafas para ver de cerca.
-¿Cuál es su graduación?
-Soy Teniente de Caballería.
-Me refiero a su vista.
-Ah, perdone, 6 dioptrías en cada ojo.
-¿Cómo le gustaría que fuese la montura?
-Briosa y noble, que tenga nervio pero que se deje domar.
-No, yo me refería a que si quiere las gafas de metal o de pasta.
-De pasta.
-¿Alguna preferencia?
-Tortellini al pesto, por favor.
-No, yo me refería a la pasta de las gafas.
-¿Qué pretende? ¿Venderme unas gafas hechas de macarrones?
-Cuando digo pasta me refiero a plástico.
-No me gustan los macarrones de plástico.
-A mí tampoco. Yo me refería al plástico de las gafas.
-Si quisiera unas gafas de plástico habría ido a una juguetería.
-Pues vaya, pero allí se las venderán sin graduación.
-Le repito que soy Teniente de Caballería, ¿pretende degradarme?
-Me refiero a la graduación de sus ojos.
-Ah, eso es otra cosa.
-Por fin me entiende.
-Sí, el derecho es comandante y el izquierdo teniente coronel.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un cuchillo

-Buenos días. Venía a ver al doctor.
-Muy bien. ¿Tenía hora?
-Sí, hace un rato eran las once menos veinte.
-¿Y ahora?
-Ahora no lo sé. Me he dejado el reloj en casa.
-¿Entonces ya no tiene hora?
-Pues no.
-En ese caso el doctor no va a poder atenderlo.
-Pues es una pena porque le traía un paquete de El Corte Inglés.
-¿Qué forma tiene?
-Aquí está. Juzgue usted misma.
-Parece una guitarra.
-O un jamón.
-¿Puedo cogerlo?
-Adelante
-No es una guitarra.
-¿Cómo lo sabe?
-Porque no tiene agujero en la caja.
-Muy perspicaz. Además huele a jamón que mata.
-Yo jamás me he fiado del olfato.
-Yo tampoco, pero ¿qué otra cosa puede ser?
-Pues no sé… una mandolina, un violín…
-O una paletilla. Lo digo por el olor a jamón.
-Y dale con el olor.
-¿Quiere que lo abramos?
-No podemos hacer eso. Va dirigido al doctor Ruiz Figueroa. Y ni usted ni yo somos doctores.
-Bueno, no se crea, yo soy doctor en geografía política.
-¿No me diga?
-Así es.
-¿Y qué hace repartiendo mandolinas?
-La geografía política está muy mal.
-Ya lo sé. Fíjese en Oriente Próximo.
-Sí, o el conflicto de Cachemira.
-También.
-En fin, se me está haciendo tarde. Tengo que irme.
-Qué lástima. Ahora que empezábamos a entendernos.
-Ya, pero es que deben de ser más de las doce.
-Veo que vuelve a tener hora.
-Eso parece.
-Entonces pase a la sala de espera un momento. El doctor saldrá enseguida.
-Dígale que traiga algo para saborear el regalo.
-Sí, pero qué le digo: ¿el arco de un violín o la púa de una mandolina?
-Un cuchillo jamonero bastará.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Una galleta

-Me da dos galletas, por favor.
-Si quiere que le atice tendrá que insultarme primero.
-Cabrón, hijoputa.
-Tenga y tenga.
-Jodo, qué par de bofetones.
-¿Desea algo más?
-Quería también un bollo.
-Espere que voy por el mazo.
-Muy bien.
-Ya estoy aquí. Tenga.
-Jodo, qué hematoma.
-Es que le he dado en toda la cabeza.
-Ya, ya.
-¿Alguna otra cosa?
-¿Le quedan mantecados?
-Mantecados no tengo, pero me quedan tortas.
-De acuerdo.
-¿Cuántas quiere?
-Con media docena tendré bastante.
-Pues tenga, tenga, tenga, tenga, tenga y tenga.
-Jodo, me da vueltas la tienda.
-No me extraña. Le he dado con todas mis fuerzas.
-Así es.
-¿Alguna otra cosa?
-Pues no sé…
-Venga, que tengo más clientes esperando.
-Es que necesito un litro de sangría pero no me atrevo a pedírsela.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Un resultado

-¿Trae usted la analítica?
-Yo creía que la analítica era usted.
-Yo soy endocrinóloga.
-Ya, pero va usted a analizar mi caso, ¿no?
-Sí.
-Pues entonces la analítica es usted.
-Pero, ¿la ha traído o no?
-Si ya estaba usted aquí. ¿Para qué iba a traerla?
-Para revisarla.
-¿Está usted enferma?
-El enfermo es usted.
-Entonces, ¿para qué tiene que revisar a la analítica? Limítese a revisar al enfermo.
-Eso es lo que estoy tratando de hacer.
-Pues hágalo, ¿quiere que me desnude?
-Quiero ver su analítica.
-Pues mírese en un espejo.
-No me refiero a la persona que va a interpretar sus análisis, maldita sea, sino al resultado de los análisis propiamente dichos.
-¿Para qué demonios iba a venir a la consulta de una analítica si ya tuviera el resultado de los análisis? No le parece un poco absurdo.
-Si no veo esos análisis no podré analizar su caso.
-Y si ve los análisis no tendrá nada que analizar, dado que ya estará analizado. Está usted cayendo en un bucle sin fin.
-Ya, esto, a ver un momento. ¿A qué se dedica usted?
-Soy analista programador de bases de datos.
-Me lo temía. Analícese y reprográmese usted mismo.
-No puedo hacer eso. Necesito una analítica.
-Exacto.
-Alguien observadora y juiciosa como usted, prenda.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un amigo

-¿Estoy hablando con los bomberos?
-Así es. Dígame.
-Vengan rápido.
-¿Qué le sucede?
-Hay un incendio y se ha llenado todo de humo.
-Muy bien, tranquilícese. Dígame su dirección.
-Paseo del Rey, 34.
-Enseguida enviamos una unidad móvil.
-¿Pero si aún no saben dónde es el incendio?
-¿No es en Paseo del Rey, 34?
-No, no. Ésa es mi dirección.
-¿Y por qué ha dado esta dirección?
-Usted me ha preguntado por mi dirección, no por la dirección donde se ha producido el incendio.
-Bueno, pues dígame ahora la dirección del incendio.
-Calle Costa Rica, 34 pero se está mudando al 36, no espere al 38.
-No se preocupe. La unidad móvil ya está en camino. ¿Hay alguien más con usted?
-Tengo un amigo invisible desde los tres años, pero no creo que cuente.
-Entonces, ¿está sola?
-No estoy sola en absoluto. Tengo a mis padres, a mis hijos y un montón de amigos que me apoyan y me quieren. El hecho de que Carlos me haya abandonado no le autoriza para hablarme con ironías.
-Esto, vale. No se ponga nerviosa. Tírese al suelo y respire a través de un pañuelo humedecido.
-Si cree que alguien puede tirarse al suelo con un pañuelo humedecido sin ponerse nervioso, es que no es usted humano.
-Es lo que hay que hacer en caso de incendio.
-No será usted una de esas máquinas que dicen que pulses el uno si quieres esto y el dos si quieres aquello, ¿verdad?
-No se preocupe, soy humano.
-¿Cómo se llama?
-Señora, no es el momento de hablar de mí.
-Es que estoy muy nerviosa.
-Está bien. Me llamo Jorge.
-Qué coincidencia, cómo mi amigo invisible. ¿Está casado, Jorge?
-Pues, no. Soy soltero.
-¿Le gustan los niños?
-Sí.
-¿Y las mujeres con amigos invisibles?

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un motivo

-Si alguien tiene un motivo para que este matrimonio no se consume, que hable ahora o calle para siempre.
-Yo tengo un motivo.
-Dígalo.
-Están todos ustedes boca abajo.
-Ya. ¿Ha probado a seguir la ceremonia sin hacer el pino?
-No.
-Pues pruebe.
-Coño, es verdad. Ahora ya están al derecho.
-Prosigamos entonces.
-Es que tengo otro motivo.
-Dígalo.
-Que se acaban de desintegrar ustedes en el vacío cósmico.
-No nos hemos desintegrado en ningún vacío. Lo que ha pasado es que ha cerrado usted los ojos. Ábralos.
-Vale, pero tengo otro motivo.
-A ver.
-Que, esto, que la novia no va vestida de blanco sino de verde y oro, como si fuera un torero.
-¿Pero qué dice? El que va vestido de verde y oro soy yo. Es mi sotana nueva.
-Ah, es verdad, perdone.
-Prosigamos entonces.
-Es que tengo otro motivo.
-Dios mío, qué cruz. ¿Qué pasa ahora?
-Que el novio lleva peineta.
-La que lleva peineta es la madre del novio, que está aquí en su papel de madrina. ¿Está claro?
-Ah, sí. Me he confundido, pero tengo otro motivo.
-Diga.
-Que hay un gimnasta del equipo olímpico detrás de usted.
-No es un gimnasta. ¿Es que no lo reconoce?
-Perdone. Me había parecido un ejercicio de anillas.
-Esto es increíble. ¿Quiere decirme por favor qué demonios le sucede? ¿Por qué no quiere que se celebre esta boda?
-No puedo permitir que el gran amor de mi vida sea de otra persona.
-¿No le parece un poco tarde para decir eso?
-Son las doce menos cuarto, no es tan tarde.
-Quiero decir que tendría que haber luchado por la novia mucho antes.
-A mí la novia me importa un pito.
-Entonces, ¿el gran amor de su vida es el novio aquí presente?
-No, yo al que quiero es al señor que hay al otro lado de la novia.
-¿Se refiere al padrino?
-Questo è quello che volevo dire, il Padrino.

martes, 8 de noviembre de 2011

Una urgencia

-¿Le molesta que abra la ventanilla?
-Preferiría que no lo hiciera.
-Es que tengo mucho calor.
-Regúlese el aire acondicionado.
-El aire acondicionado me irrita la garganta. Prefiero abrir la ventanilla.
-Ya, pero es que, si abre la ventanilla, vamos a salir todos volando.
-¿Cómo dice?
-Estamos en un avión a más de 10.000 metros de altura. Si abre la ventanilla se producirá una diferencia de presiones y saldremos volando.
-Bah, no exagere y déjeme.
-Bueno, allá usted.
-¿Ve que fresquito más rico entra?
-Sí, pero las dos azafatas están en el techo.
-Demonios, tenía usted razón.
-Y ahora varios pasajeros están volando por el interior de la cabina.
-Pero, ¿adonde van?
-Están siendo succionados por la diferencia de presiones.
-Ya, pero ¿y lo fresquitos que estamos?
-Eso sí pero, valga la redundancia, acabo de ver salir volando al oficial de vuelo.
-¿Por qué se va?
-Y además el comandante me acaba de pasar por encima camino de los baños.
-Tendrá una urgencia.
-Una urgencia es lo que tenemos nosotros. Yo no sé pilotar un avión.
-Yo tampoco.
-Y además se me ha roto el cinturón de seguridad y me veo arrastrada hacia la ventanilla.
-Pues nada, hasta otra.
-Déme la mano, por favor.
-Me parece un saludo de despedida demasiado formal.
-Que me dé la mano le digo, cojones.
-Mejor unas palmaditas en la espalda.
-No, nooooo…
-Hala, qué prisas, con el fresquito que hace aquí.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un bóxer

-Me da una entrada para el concierto de Lady Gaga.
-Tenga.
-¿Qué es esto? Me ha dado un tanga.
-Es que está usted en una mercería.
-¿No es está la oficina de venta de entradas para conciertos?
-No, esto es la mercería Lady Braga.
-Ah, ahora comprendo el malentendido. Tanga se parece mucho a Gaga.
-Y también a braga.
-Sí, porque Oporto o Lisboa ya suenan de otra manera.
-Exactamente. ¿Cree que el tanga es de su talla?
-No creo. Lady Gaga debe de usar una 38.
-Me refiero a usted.
-Yo no uso tangas.
-¿Prefiere la braga clásica?
-Soy un caballero. Sólo llevo boxers.
-Además las tangas se meten por la raja del culo.
-Cosa que los boxers no hacen nunca.
-Son unos perros muy tranquilos, sí.
-Yo no estoy hablando de animales.
-Yo tampoco. Tenga su bóxer.
-¿Cómo se llama?
-Sultán, pero también responde por Tuba o Chucho.
-¿Qué cuidados necesita?
-Es mejor que lo lave a mano. En la lavadora se estropean mucho las prendas delicadas.
-Y además se meten por la raja del culo.
-Eso mismo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Un adverbio

-¿Son estas las oficinas centrales de la Editorial Palabros?
-Aquí es, ¿en qué puedo ayudarle?
-Venía por lo del reciclaje.
-Ahí fuera están los contenedores de papel.
-No, yo vengo por lo del reciclaje de adjetivos y adverbios.
-¿Lo del reciclaje de qué?
-La última vez que me rechazaron un manuscrito me dijeron que en mi texto sobraban innumerables adjetivos y adverbios, así que vengo a recogerlos.
-Inaudito.
-Gracias, ya tengo uno.
-Inconcebible.
-Dos.
-¿Me está usted tomando el pelo?
-No ha pronunciado ningún adjetivo ni ningún adverbio esta vez.
-¿Quiere que pronuncie adjetivos?
-Se lo ruego.
-Necio, gilipollas, estúpido.
-Ya llevo cinco.
-Márchese de aquí.
-Por fin un adverbio.
-Voy a llamar a seguridad.
-¿Cuándo?
-Inmediatamente.
-Ah, un adverbio terminado en mente. Mis favoritos.
-¿Quiere marcharse de una puta vez?
-Y ahora un adjetivo subido de tono, perfecto.
-Le advierto que está acabando con mi paciencia.
-¿Cómo?
-Rápidamente.
-Otro.
-Se acabó. Voy a llamar a seguridad ahora mismo.
-Ahora es un adverbio, pero ¿y mismo?
-Es un adjetivo, lléveselo.
-¿Está segura? ¿No es acaso sustituible por “mismamente”?
-Puede ser.
-Entonces es un adverbio
-¿Qué más da?
-No se atreva a devolverme los adjetivos mezclados con los adverbios. Estoy reciclándolos y cada uno va en un contenedor de distinto color.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Una cigala

-Doctor, vengo a que me dé algo para el colesterol.
-Lo siento. No tengo nada.
-Algo tendrá.
-Esto no es una charcutería. Aquí no tenemos chorizos, longanizas ni panceta de cerdo…
-¿Cómo dice?
-Es lo mejor para el colesterol.
-No me ha entendido, quería decir algo contra el colesterol.
-Ah, eso es otra cosa. No se ha expresado bien.
-Perdone.
-Lo mejor contra el colesterol es el pescado azul.
-Yo me refería a algo que me pueda dar usted.
-¿Yo? ¿Y qué podría darle yo, si soy un simple médico?
-Pues no sé, algún remedio.
-¿Quiere por ejemplo unos filetes de bonito del norte?
-¿Cómo?
-Se los puedo cortar a tacos o a medallones grandes.
-No sé si le estoy entendiendo…
-Si se los corto a medallones se llevará usted un par de grandes rodajas de bonito mientras que si se los corto a tacos se llevará muchos trozos pequeños, no creo que sea tan difícil de entender.
-No me refería a eso.
-¿Qué es lo que no entiende, entonces?
-Que me ofrezca usted bonito del norte.
-¿Y qué quiere que le ofrezca si me pide algo contra el colesterol? ¿una cigala? ¿un camarón?
-No, gracias, no me gusta el flamenco.
-Ahora el que no entiende soy yo.
-Simplemente prefiero la música pop o el jazz.
-Entonces, ¿qué le pongo? Mire que anchoas más frescas tengo.
-No, es que yo venía a por unas pastillas.
-Haber empezado por ahí, colega. Ven a la trastienda y te las paso.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Un maniquí

-Disculpe que le moleste.
-Sí, dígame.
-Es que no puede seguir ahí sentado.
-¿Cómo que no? Si estoy en el salón de mi casa.
-No, verá. Es que esto no es el salón de su casa, sino el escaparate de Muebles Martínez.
-¿Cómo se atreve?
-Sí, mire. Es una exposición de la sección de tresillos y muebles de salón.
-Venga ya.
-¿No ha notado que la televisión es de plástico?
-Todas las televisiones son de plástico.
-Pero ésta está hueca, mire, y en la pantalla no se ve nada.
-Eso es porque todavía no he comprado el sintonizador TDT.
-¿Y los libros?
-¿Qué les pasa?
-No ha visto que no tienen páginas.
-Son ebooks. Me gusta estar a la última.
-Ya, ¿y qué hacen estas fotos de Elle MacPherson y Claudia Shchifer en la mesita auxiliar? ¿Son familiares suyos?
-Me gustan las mujeres guapas, nada más. ¿No se ha fijado en lo guapa que es mi esposa, aquí presente?
-Perdone, pero esto es un maniquí de la tienda.
-No es ningún maniquí. Se llama Angelines y me ha dado tres hijos preciosos.
-¿No ha notado que no habla?
-Yo tampoco hablo cuando no tengo nada que decir.
-Tampoco respira.
-Es una mujer muy discreta. Usted no puede entenderlo.
-El que no lo entiende es usted. ¿Quiere decirme que hace toda esa gente mirándonos desde la calle a través del escaparate?
-A mí que me cuenta. Pregúnteles a ellos.
-Están mirando los muebles.
-No me extraña, me costaron una pasta.
-Voy a tener que llamar al jefe de la tienda.
-Y yo al jefe de la policía.
-Márchese le digo.
-¿Quién cojones es usted para echarme de mi propia casa?
-Soy su vecina de abajo. Estoy harta de aguantar el volumen de su televisión y los tacones de su discreta señora, aquí presente.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Una pesadilla

-Buenos días, me pone doscientos gramos de mortadela, por favor…
-¡Cómo no! ¿La quiere con olivas o sin olivas?
-Pues no sé… ¿Cuál es la diferencia?
-Buff… no sabría decirle.
-En ese caso, póngame mejor jamón.
-¿Serrano o dulce?
-Ya estamos… No sé.
-Yo menos.
-Venga, pues póngame queso.
-¿Curado o tierno?
-Ni una cosa ni otra. Esto no tiene nombre.
-¿Semicurado?
-Impertinente.
-Contiene la m, tienda de salazones y embutidos.
-Ultramarinos.
-Correcto. Con la t, cliente indeciso.
-Tocapelotas.
-Correcto también. Le felicito.
-Gracias. Póngame entonces un poco de paté.
-¿A la pimienta o a las finas hierbas?
-Otra vez… ¿No tiene algún producto sin subclasificaciones?
-A ver, déjeme pensar…
-Algo que se venda tal cual.
-Ya lo tengo, la cabeza de jabalí. Sólo la fabrican de una clase.
-¿Lo dice en serio?
-No me gusta bromear cuando hablo de la cabeza de jabalí.
-En ese caso, póngame cuatrocientos gramos.
-¿Se la corto gruesa o fina?
-Esto es una pesadilla.
-Con la v, márchese de aquí de una vez.
-Váyase a tomar por el culo.
-Correcto. Ha ganado el primer premio.
-¿Qué suerte! ¿Y en qué consiste?
-Es una caja de vino tinto.
-Pero tengo una duda…
-Dígame.
-¿Es Merlot o Cabernet Sauvignon?

martes, 27 de septiembre de 2011

Una anestesia

-La intervención quirúrgica será con anestesia provincial en el hospital local.

-¿No será al revés?

-No, no. La anestesia siempre tiene que ponerse antes de la operación. Si no duele una barbaridad. Créame.

-Me refiero a que lo que es local es la anestesia.

-Sí, no se preocupe. El anestesista vive muy cerca de aquí. Será totalmente local.

-No me entiende. Yo estoy hablando de la anestesia que van a aplicarme, no del origen del anestesista.

-Bueno, a decir verdad, el anestesista es de un pueblo de la provincia, así que la anestesia será provincial después de todo.

-¿Cómo?

-A no ser que venga un suplente que tenemos de Ciudad Real, claro, en cuyo caso sería anestesia regional.

-¿Pero cómo van a ponerme una anestesia regional?

-¿Qué pasa? ¿Qué la prefiere internacional? No sabe que el sistema nacional de la salud está en crisis y hay que ahorrar.

-Sí, claro.

-Pues confórmese con una anestesia regional y no pida imposibles.

-No, si yo me conformo con una anestesia local.

-Pues ahora no me sale de los cojones darle una anestesia local, ahora se la voy a poner comarcal.

-¿Y por qué vía me la va a poner, si puede saberse?

-Para anestesias comarcales es mejor usar la autovía o, si está muy saturada, la autopista.

-¿Qué?

-Si no se hacen muchos kilómetros.

-Ah.

martes, 20 de septiembre de 2011

Una suela

-Venía a cambiarle las suelas a estos zapatos.
-Muy bien. Tendrá que dejármelos un par de días.
-Aquí los tiene. Ya pasaré a recogerlos.
-Oiga, perdone, no se marche.
-¿Qué pasa?
-Es que hay un señor en estos zapatos.
-Lo sé. Es mi suegro. ¿Qué pasa?
-Mujer, pues que el señor tendrá que llevárselo.
-No puedo hacer eso
-¿Cómo que no?
-Les tiene mucho apego a sus zapatos. No quiere separarse de ellos.
-Ya, pero escuche...
-No se preocupe, no le ocasionará ninguna molestia.
-No es eso, señora. Es que no puedo quedármelo.
-Viene desayunado y lleva pañales. Apenas notará su presencia.
-Esto es una zapatería. No una residencia de ancianos.
-Ya lo sé. ¿Tiene una tele?
-Pues sí.
-Póngale la telenovela de por las tardes y ni se enterará de que está aquí.
-¿Cómo voy a hacer eso?
-Sólo tiene que conectarla a la corriente y darle al botón de encendido. ¿No sabe cómo funciona una tele?
-No me refería a eso, sino a que no puedo quedarme con su suegro.
-¿Sabe usted cambiar las suelas de los zapatos: sí o no?
-Sí
-Pues hágalo. Y de vez en cuando acaríciele la mano y dígale que le quiere.
-Pero es que, señora, yo a este señor no lo quiero.
-Yo tampoco, buenos días.

martes, 13 de septiembre de 2011

Una paz

-Buenos días, quisiera leer algo de literatura rusa. ¿Tiene Guerra y Paz?
-Pues sí, ya que me pregunta, tengo un poco de las dos cosas.
-¿Cómo dice?
-Guerra por parte de mis hermanos y Paz por parte de mi madre.
-Yo me refería al libro.
-¿A qué libro?
-Al de Tolstoi. ¿No es esto acaso la Librería Rusa?
-Claro, perdone. No le había entendido.
-¿Y Los Hermanos Karamazov?
-Mis hermanos tienen más bien la cara de acelga. Son unos impresentables, ya me entiende.
-Estoy hablando del libro de Dostoyevski.
-Claro, perdone. Creo que no lo tengo.
-¿Y La Madre?
-Está en casa preparando la comida.
-Me refiero a La Madre de Gorki.
-No creo que esté viva.
-No hablaba de su madre sino de su novela.
-Yo no he escrito ninguna novela. Me dedico exclusivamente a la venta de libros.
-Pues haga el favor de venderme uno.
-¿Cuál quiere?
-Uno de Dostoyevski.
-¿El Idiota?
-Oígame, señor mío. No le consiento que insulte a uno de los más importantes escritores del siglo XIX.
-No hablaba de Dostoyevski sino de su novela.
-Yo no he escrito ninguna novela. Me dedico exclusivamente a la compra de libros.
-Comprendo. ¿Qué prefiere Guerra y Paz o Crimen y Castigo?
-Qué decisión más difícil… ¿No podría elegir Crimen y Paz?
-Se está vendiendo mucho mejor Guerra y Crimen.
-De acuerdo, me lo llevo.
-¿Se lo envuelvo para regalo?
-No, que me lo voy a ir comiendo de camino a casa.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un desplazamiento

-Ya están los resultados de la artroscopia.
-¿Qué tengo, doctor?
-Tiene usted la rótula muy desplazada.
-Ya, seguro que me la dejé en la playa.
-¿Cómo dice?
-Acabo de venir de vacaciones. Seguro que me la he dejado allí.
-No la tiene desplazada tan lejos, no se preocupe.
-Entonces en el pueblo.
-¿Cómo que en el pueblo?
-Pasé por el pueblo antes de volver. Eran las fiestas. Seguro que se quedó allí.
-Que no, que no…
-Que sí, que sí, que bailé mucho.
-No, perdone que me ría, pero su rótula está mucho más cerca.
-Entonces en el parque.
-¿En qué parque?
-En el de mi barrio. Estuve ayer con el chico en los columpios. Se me debió de caer por el tobogán.
-No siga diciendo tonterías, se lo ruego, señora. Su rótula no ha salido de su cuerpo.
-Entonces se me habrá pasado a la otra pierna.
-¿Cómo va a hacer semejante cosa?
-Pues pasando por aquí, por la entrepierna.
-Lo habría notado.
-No se crea, doctor. Pasan tantas cosas por mi entrepierna…
-¿No me diga?
-Doctor, por favor.
-Perdone pero no puede tener las dos rótulas en la misma rodilla.
-¿Por qué no? Lo mismo la rótula desplazada ha empujado a la otra hacia abajo, hacia el tobillo o hacia arriba, hacia el culo.
-Lo habría notado.
-No se crea, doctor. Pasan tantas cosas por mi culo…
-¿Sí?
-Doctor, se está poniendo usted amarillo.
-Glups.
 -Y ahora verde, ¿se encuentra mal?
-No sé. Pasan tantas cosas por mi cabeza…

martes, 26 de julio de 2011

Un crucero

-Quiero irme de vacaciones a un sitio muy lejano.
-¿Qué le parece Kuala Lumpur?
-Lo siento, no hablo swahili.
-Estoy hablando en castellano.
-Ah, perdone, como ha dicho eso tan raro…
-Eso tan raro es el nombre de una ciudad.
-¿Ah sí? ¿Y está lejos?
-Lejísimos, en Malasia, en el lejano Oriente.
-Suena bastante lejos, sí.
-También puede ir a Phnom Penh.
-Lo siento, no hablo chino.
-No he dicho nada en chino.
-Entonces se ha atragantado.
-No me he atragantado. Le he propuesto ir a Phnom Penh.
-¿Y eso qué es?
-Se trata de la capital de Camboya, un sitio lejísimos.
-Ah.
-O puede hacer un crucero por el mar de Ojotsk.
-Salud.
-¿Perdone?
-Ha tosido usted, tenga cuidado con el aire acondicionado.
-No he tosido. Simplemente le he propuesto un crucero por un mar de Rusia.
-No lo conozco.
-Claro, porque está muy lejos. Está tan lejos que es hasta difícil de pronunciar.
-En ese caso no me interesa.
-¿No quería irse lejos?
-Quiero irme lejos, sí, pero a un sitio conocido.
-Ya, a ver. ¿Ha viajado usted mucho?
-Apenas nada.
-¿Le interesa a usted la geografía política?
-No.
-¿Y la física?
-Soy de letras.
-¿Qué le parecería un crucero por el mar Egeo?
-No lo conozco.
-¿Conoce el centro de Europa?
-No.
-¿Le gustaría ir?
-Quiero ir a un sitio conocido.
-A ver, dígame cuál es el sitio más lejano que conoce.
-Pues no sé, déjeme pensar… una vez fui a Modubar de la Emperadada, cerca de Quintanamanvirgo.
-Lo siento, no hablo quechua ni guaraní.

martes, 19 de julio de 2011

Un carnicero

-¿Me hace las uñas, por favor?
-¿Cómo dice?
-Las uñas. Arreglar y pintar, por favor.
-Es que esto es una carnicería.
-No me ponga excusas.
-Bueno, como quiera. ¿Cómo se las hago, a filetes o picadas con magro y ternera?
-Picadas, por favor.
-Traiga aquí la mano y métala en este aparato.
-Uf, qué daño y cuánta sangre, ¿no?
-¿Y qué esperaba? Es una trituradora.
-Escuece.
-Ya está.
-Oiga, pero ahora en vez de una mano tengo un muñón.
-Ya. Es lo que sucede cuando te dejas triturar los dedos. ¿Desea algo más?
-Querría hacerme también unas mechas en el pelo.
-¿Mechas picadas o a filetes?
-¿Tiene alguna otra alternativa?
-Pudo darle un par de cortes para hacerlas asadas.
-Sí, mejor así.
-Vale, acérquese.
-Cielos, si me ha cortado la cabeza.
-Tenga cuidado. Se le salen los sesos.
-Uf, es cierto. Qué aspecto tan sanguinolento.
-¿Alguna otra cosa?
-También quería depilarme las piernas.
-Traiga.
-Nuevamente me duele.
-Es que se las estoy haciendo a filetes. Mire que filetón le ha salido a la altura de la nalga.
-Muy apetitoso, sí, pero ahora tengo ciertas dificultades para guardar el equilibrio.
-Eso es porque le molesta la otra pierna. ¿Se la hago también a filetes?
-¿No será mucha carne?
-Puedo envasársela al vacío para que la guarde en el frigorífico.
-Buena idea.
-Traiga. ¿Ve? Ahora se sostiene perfectamente.
-Hombre, perfectamente no sé. Dese cuenta de que me apoyo en el suelo con la base del tronco.
-Máxima estabilidad.
-Ya, pero mínima movilidad.
-Reme con los brazos.
-Es que quería depilármelos también.
-No se lo aconsejo.
-¿Por qué no?
-Se va usted a quedar en nada.
-Y qué importa, si no soy más que una simple oveja.