miércoles, 26 de octubre de 2011

Un adverbio

-¿Son estas las oficinas centrales de la Editorial Palabros?
-Aquí es, ¿en qué puedo ayudarle?
-Venía por lo del reciclaje.
-Ahí fuera están los contenedores de papel.
-No, yo vengo por lo del reciclaje de adjetivos y adverbios.
-¿Lo del reciclaje de qué?
-La última vez que me rechazaron un manuscrito me dijeron que en mi texto sobraban innumerables adjetivos y adverbios, así que vengo a recogerlos.
-Inaudito.
-Gracias, ya tengo uno.
-Inconcebible.
-Dos.
-¿Me está usted tomando el pelo?
-No ha pronunciado ningún adjetivo ni ningún adverbio esta vez.
-¿Quiere que pronuncie adjetivos?
-Se lo ruego.
-Necio, gilipollas, estúpido.
-Ya llevo cinco.
-Márchese de aquí.
-Por fin un adverbio.
-Voy a llamar a seguridad.
-¿Cuándo?
-Inmediatamente.
-Ah, un adverbio terminado en mente. Mis favoritos.
-¿Quiere marcharse de una puta vez?
-Y ahora un adjetivo subido de tono, perfecto.
-Le advierto que está acabando con mi paciencia.
-¿Cómo?
-Rápidamente.
-Otro.
-Se acabó. Voy a llamar a seguridad ahora mismo.
-Ahora es un adverbio, pero ¿y mismo?
-Es un adjetivo, lléveselo.
-¿Está segura? ¿No es acaso sustituible por “mismamente”?
-Puede ser.
-Entonces es un adverbio
-¿Qué más da?
-No se atreva a devolverme los adjetivos mezclados con los adverbios. Estoy reciclándolos y cada uno va en un contenedor de distinto color.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Una cigala

-Doctor, vengo a que me dé algo para el colesterol.
-Lo siento. No tengo nada.
-Algo tendrá.
-Esto no es una charcutería. Aquí no tenemos chorizos, longanizas ni panceta de cerdo…
-¿Cómo dice?
-Es lo mejor para el colesterol.
-No me ha entendido, quería decir algo contra el colesterol.
-Ah, eso es otra cosa. No se ha expresado bien.
-Perdone.
-Lo mejor contra el colesterol es el pescado azul.
-Yo me refería a algo que me pueda dar usted.
-¿Yo? ¿Y qué podría darle yo, si soy un simple médico?
-Pues no sé, algún remedio.
-¿Quiere por ejemplo unos filetes de bonito del norte?
-¿Cómo?
-Se los puedo cortar a tacos o a medallones grandes.
-No sé si le estoy entendiendo…
-Si se los corto a medallones se llevará usted un par de grandes rodajas de bonito mientras que si se los corto a tacos se llevará muchos trozos pequeños, no creo que sea tan difícil de entender.
-No me refería a eso.
-¿Qué es lo que no entiende, entonces?
-Que me ofrezca usted bonito del norte.
-¿Y qué quiere que le ofrezca si me pide algo contra el colesterol? ¿una cigala? ¿un camarón?
-No, gracias, no me gusta el flamenco.
-Ahora el que no entiende soy yo.
-Simplemente prefiero la música pop o el jazz.
-Entonces, ¿qué le pongo? Mire que anchoas más frescas tengo.
-No, es que yo venía a por unas pastillas.
-Haber empezado por ahí, colega. Ven a la trastienda y te las paso.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Un maniquí

-Disculpe que le moleste.
-Sí, dígame.
-Es que no puede seguir ahí sentado.
-¿Cómo que no? Si estoy en el salón de mi casa.
-No, verá. Es que esto no es el salón de su casa, sino el escaparate de Muebles Martínez.
-¿Cómo se atreve?
-Sí, mire. Es una exposición de la sección de tresillos y muebles de salón.
-Venga ya.
-¿No ha notado que la televisión es de plástico?
-Todas las televisiones son de plástico.
-Pero ésta está hueca, mire, y en la pantalla no se ve nada.
-Eso es porque todavía no he comprado el sintonizador TDT.
-¿Y los libros?
-¿Qué les pasa?
-No ha visto que no tienen páginas.
-Son ebooks. Me gusta estar a la última.
-Ya, ¿y qué hacen estas fotos de Elle MacPherson y Claudia Shchifer en la mesita auxiliar? ¿Son familiares suyos?
-Me gustan las mujeres guapas, nada más. ¿No se ha fijado en lo guapa que es mi esposa, aquí presente?
-Perdone, pero esto es un maniquí de la tienda.
-No es ningún maniquí. Se llama Angelines y me ha dado tres hijos preciosos.
-¿No ha notado que no habla?
-Yo tampoco hablo cuando no tengo nada que decir.
-Tampoco respira.
-Es una mujer muy discreta. Usted no puede entenderlo.
-El que no lo entiende es usted. ¿Quiere decirme que hace toda esa gente mirándonos desde la calle a través del escaparate?
-A mí que me cuenta. Pregúnteles a ellos.
-Están mirando los muebles.
-No me extraña, me costaron una pasta.
-Voy a tener que llamar al jefe de la tienda.
-Y yo al jefe de la policía.
-Márchese le digo.
-¿Quién cojones es usted para echarme de mi propia casa?
-Soy su vecina de abajo. Estoy harta de aguantar el volumen de su televisión y los tacones de su discreta señora, aquí presente.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Una pesadilla

-Buenos días, me pone doscientos gramos de mortadela, por favor…
-¡Cómo no! ¿La quiere con olivas o sin olivas?
-Pues no sé… ¿Cuál es la diferencia?
-Buff… no sabría decirle.
-En ese caso, póngame mejor jamón.
-¿Serrano o dulce?
-Ya estamos… No sé.
-Yo menos.
-Venga, pues póngame queso.
-¿Curado o tierno?
-Ni una cosa ni otra. Esto no tiene nombre.
-¿Semicurado?
-Impertinente.
-Contiene la m, tienda de salazones y embutidos.
-Ultramarinos.
-Correcto. Con la t, cliente indeciso.
-Tocapelotas.
-Correcto también. Le felicito.
-Gracias. Póngame entonces un poco de paté.
-¿A la pimienta o a las finas hierbas?
-Otra vez… ¿No tiene algún producto sin subclasificaciones?
-A ver, déjeme pensar…
-Algo que se venda tal cual.
-Ya lo tengo, la cabeza de jabalí. Sólo la fabrican de una clase.
-¿Lo dice en serio?
-No me gusta bromear cuando hablo de la cabeza de jabalí.
-En ese caso, póngame cuatrocientos gramos.
-¿Se la corto gruesa o fina?
-Esto es una pesadilla.
-Con la v, márchese de aquí de una vez.
-Váyase a tomar por el culo.
-Correcto. Ha ganado el primer premio.
-¿Qué suerte! ¿Y en qué consiste?
-Es una caja de vino tinto.
-Pero tengo una duda…
-Dígame.
-¿Es Merlot o Cabernet Sauvignon?