martes, 24 de mayo de 2011

Un pijama

-¿Qué desea?
-Querría un pijama hecho íntegramente de mortadela de olivas.
-¿Perdone?
-Bueno el pantalón podría ser de salchichón, que combina perfectamente con la mortadela.
-No le comprendo.
-El picante del salchichón contrasta con el dulzor de la mortadela.
-Me refiero a su extraña petición.
-¿No es usted un sastre especializado en corte y confección?
-Lo soy.
-Pues córteme la mortadela fina y confeccióneme un pijama, por favor.
-Pero, ¿qué dice? ¿Cómo voy a hacerle un pijama de mortadela?
-Pues ya le digo, cortando las lonchas y cosiéndolas después.
-Pero, pero se le rompería.
-No si las cose bien.
-Puedo coserlas perfectamente pero le aseguro que en cuanto se pusiera el pijama se rasgaría la mortadela y se le caerían las olivas por la cama.
-Eso sí sería un contratiempo.
-Además, el traje se le estropearía a los pocos días.
-Podría guardarlo en el frigorífico.
-Entonces estaría demasiado frío para ponérselo.
-Ya entiendo.
-Comprenda que es una petición descabellada.
-Un disparate, ¿no?
-Exactamente.
-Entonces, ¿qué podemos hacer?
-Puedo hacerle el pijama de embutidos ibéricos.
-¿Cómo?
-La chaqueta de lomo embuchado y el pantalón de chorizo de cantimpalo, por ejemplo.
-¿Y no se me romperá?
-No, si corto las lonchas lo suficientemente gruesas.
-Entonces será un pijama para el invierno.
-No, hombre, en una semana lo tendrá usted.
-¿Y no me dejará las sábanas un poco grasientas?
-No, si usa las sábanas adecuadas.
-¿Cuáles?
-Éstas, mire, hechas íntegramente de jamón de Jabugo.
-Vale, pero las sábanas hágamelas finas, que son para el bocadillo del chico.

martes, 17 de mayo de 2011

Un espejo

-Doctor, creo que me estoy desintegrando.
-¿Por qué dice eso?
-Esta mañana, cuando he salido de la ducha, no he visto mi reflejo en el espejo.
-Estaría empañado.
-Iba en paños menores, sí.
-Me refiero al espejo.
-El espejo no usa ropa interior.
-Entiendo. ¿Y no trató de limpiar el espejo con la toalla?
-No exactamente.
-¿Cómo que no exactamente?
-Lo limpié con un calcetín.
-Es lo mismo.
-Una toalla es mucho más grande que un calcetín.
-Eso depende de lo grande que tenga los pies.
-También es verdad.
-¿Y no vio su reflejo entonces?
-No, lo que vi fue a la abuela durmiendo.
-¿A la abuela? ¿Está usted seguro de que estaba en el baño?
-No acostumbro a ducharme en la cocina. Una vez lo hice y me produjo una fuerte tortícolis. El fregadero no es lo suficientemente alto para mí.
-Ajá. ¿Y qué hacía su abuela al otro lado del espejo?
-Ya se lo he dicho. Estaba durmiendo.
-No era una pregunta, estaba exclamando mi sorpresa.
-¿Ha probado a usar signos de exclamación?
-No acostumbro a usar signos ortográficos cuando hablo.
-Yo tampoco.
-Por casualidad, ¿el baño de su casa no estará frente a la habitación donde duerme su abuela?
-Así es.
-¿Y no abriría usted la puerta del baño después de ducharse?
-Sí.
-¿Y su abuela no dormirá con la puerta abierta?
-Pues sí.
-Ya sé lo que ha pasado.
-Dígame.
-Que se está usted desintegrando.

martes, 10 de mayo de 2011

Un destornillador

-Voy a hacerle algunas preguntas.
-Que sean facilitas.
-Es para su historial médico. ¿Me dice la edad?
-Contemporánea.
-Profesión.
-Camionero
-¿Intervenciones quirúrgicas?
-No, transporte internacional de frutas y verduras.
-¿Alergias?
-No, sólo frutas y verduras.
-¿Intolerancias?
-No diría yo tanto, pero la empresa se ha especializado en ese sector.
-¿Tabaco?
-¿No me ha oído? Fru-tas y ver-du-ras.
-¿Algún ataque?
-No. Simplemente estoy silabeando para que me entienda.
-¿Fuma o ha fumado?
-Muy graciosa.
-¿Drogas?
-¿Qué tiene?
-¿Colesterol?
-¿Eso es una droga?
-¿Café?
-Yo querría algo más fuerte.
-¿Sexo?
-No tan fuerte.
-¿Tensión arterial?
-Yo diría más bien “tensión ambiental”.
-¿Molestias al orinar?
-Depende del inodoro.
-¿Altura?
-Sí, y también anchura. Algunos los hacen demasiado estrechos.
-¿Peso al levantarse?
-Yo qué sé. Están atornillados al suelo del váter.
-¿Dificultades para moverse?
-Necesitarías un buen destornillador, sí.
-Prefiero un buen daikiri.
-Que sean dos, venga.

martes, 3 de mayo de 2011

Un parangón

-Me da un visado para Paraguay, por favor.
-¿Para qué?
-Paraguay.
-No, que para qué lo quiere.
-Voy a asistir a la boda de mi hermana con un parapsicólogo.
-¿Para qué?
-Soy el padrino.
-No, que no he entendido a qué se dedicaba su futuro cuñado.
-Estudia fenómenos paranormales.
-¿Para qué?
-Paranormales.
-Pero, ¿para qué lo hace?
-Para tratar de explicarlos por medio de parábolas.
-¿Para qué?
-Para que la gente corriente pueda entenderlos.
-No, que no he entendido por medio de qué los explica.
-Busca ejemplos y hace paralelismos.
-¿Para qué?
-Paralelismos.
-Pero, ¿para qué los busca?
-No lo sé. Es un tipo muy raro. Sólo una mujer como mi hermana querría casarse con un parásito como él.
-¿Para qué?
-Pues supongo que para pasar el resto de su vida juntos, el amor es ciego.
-No, que no he entendido cómo lo ha llamado.
-Es igual, me está empezando a doler de cabeza. ¿No tendrá un paracetamol?
-¿Para qué?
-Es un analgésico sin parangón.
-¿Para qué?
-Parangón.
-Pero, ¿para qué sirve?
-Para curar el dolor de cabeza que provocan los paraguayos parapsicólogos que estudian fenómenos paranormales por medio de parábolas y paralelismos.
-¿Cuándo?