jueves, 30 de diciembre de 2010

Un cinemómetro

-Buenos días. Documentación, por favor.
-Dígame primero de qué se me acusa.
-Iba usted a 97 Km/h en una zona de velocidad restringida a 50 Km/h
-Permítame que le diga que eso es físicamente imposible. Sólo un observador que fuera a la velocidad de la luz podría haberlo visto. Y, francamente, no creo que usted tenga muchas luces…
-Tenga cuidado con lo que dice.
-Mire, agente. Soy catedrático de Física Dinámica en la Universidad. No pretendo resultar un pedante, pero tampoco voy a permitir que me dé usted lecciones de velocidades.
-¿Catedrático? Entonces, ¿quiere decirme por qué razón conduce una furgoneta en la que pone “Fontanería Manolo”?
-Es de mi cuñado. Como este mes les toca tener al abuelo en casa, le ayudo en su negocio.
-Pero no dice usted que es catedrático de Física Dinámica…
-Y lo soy. Hice mi tesis doctoral con el Dr. Henry Hastings de la Universidad de Colorado.
-Oiga, déme la documentación y déjese de cuentos.
-No son cuentos. Mi tesis doctoral se titulaba “Errores más comunes en los chismes de medición de velocidad para guardias de tráfico. Etiología y aceleración de la velocidad”.
-Los chismes de medir la velocidad se llaman cinemómetros.
-¿Cree que no lo sabía? Yo mismo les puse el nombre. Sólo estaba probándole.
-¿Usted me tiene que probar a mí? Míreme, voy vestido de guardia civil de tráfico. Ésta es mi placa con mi número de funcionario. Ahí está mi moto. Y si quiere llamar al Ministerio del Interior para comprobar mis datos, aquí está mi radio.
-Ya. Y luego dicen que el uniforme no se sube a la cabeza…
-En cambio usted me dice que es catedrático de Física de la Universidad y lleva un mono de trabajo con las palabras “Reparaciones Manolo” bordadas en el bolsillo.
-Ya estamos haciendo de menos. Como el señorito lleva un uniforme de funcionario puede reírse de un humilde currante, ¿no es eso? ¿No ha oído usted hablar de la lucha de clases? ¿No ha leído usted a Marx y Engels? ¿Cree que la clase media surgió de la nada por generación espontánea?
-Yo no he querido decir eso…
-Pero lo ha insinuado, que es muchísimo peor. Ay, qué disgusto…
-No, óigame, no me llore. Se lo ruego.
-¿Y qué quiere que haga? Todo el día dando clase en la universidad, luego ayudando a mi cuñado y aguantando a mi mujer, que no quiere tener al abuelo el mes que viene, que es cuando nos toca.
-No me hable de mujeres.
-¿Por qué?
-Estoy a punto de separarme de la mía.
-Mírelo por el lado positivo. Va usted a vivir más tranquilo.
-Y más solo. Se me va a caer la casa encima.
-¿Ha pensado en la posibilidad de admitir ancianos en su domicilio en régimen de alquiler?

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