-Preferiría que no lo hiciera.
-Es que tengo mucho calor.
-Regúlese el aire acondicionado.
-El aire acondicionado me irrita la garganta. Prefiero abrir la ventanilla.
-Ya, pero es que, si abre la ventanilla, vamos a salir todos volando.
-¿Cómo dice?
-Estamos en un avión a más de 10.000 metros de altura. Si abre la ventanilla se producirá una diferencia de presiones y saldremos volando.
-Bah, no exagere y déjeme.
-Bueno, allá usted.
-¿Ve que fresquito más rico entra?
-Sí, pero las dos azafatas están en el techo.
-Demonios, tenía usted razón.
-Y ahora varios pasajeros están volando por el interior de la cabina.
-Pero, ¿adonde van?
-Están siendo succionados por la diferencia de presiones.
-Ya, pero ¿y lo fresquitos que estamos?
-Eso sí pero, valga la redundancia, acabo de ver salir volando al oficial de vuelo.
-¿Por qué se va?
-Y además el comandante me acaba de pasar por encima camino de los baños.
-Tendrá una urgencia.
-Una urgencia es lo que tenemos nosotros. Yo no sé pilotar un avión.
-Yo tampoco.
-Y además se me ha roto el cinturón de seguridad y me veo arrastrada hacia la ventanilla.
-Pues nada, hasta otra.
-Déme la mano, por favor.
-Me parece un saludo de despedida demasiado formal.
-Que me dé la mano le digo, cojones.
-Mejor unas palmaditas en la espalda.
-No, nooooo…
-Hala, qué prisas, con el fresquito que hace aquí.
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