miércoles, 30 de noviembre de 2011

Un resultado

-¿Trae usted la analítica?
-Yo creía que la analítica era usted.
-Yo soy endocrinóloga.
-Ya, pero va usted a analizar mi caso, ¿no?
-Sí.
-Pues entonces la analítica es usted.
-Pero, ¿la ha traído o no?
-Si ya estaba usted aquí. ¿Para qué iba a traerla?
-Para revisarla.
-¿Está usted enferma?
-El enfermo es usted.
-Entonces, ¿para qué tiene que revisar a la analítica? Limítese a revisar al enfermo.
-Eso es lo que estoy tratando de hacer.
-Pues hágalo, ¿quiere que me desnude?
-Quiero ver su analítica.
-Pues mírese en un espejo.
-No me refiero a la persona que va a interpretar sus análisis, maldita sea, sino al resultado de los análisis propiamente dichos.
-¿Para qué demonios iba a venir a la consulta de una analítica si ya tuviera el resultado de los análisis? No le parece un poco absurdo.
-Si no veo esos análisis no podré analizar su caso.
-Y si ve los análisis no tendrá nada que analizar, dado que ya estará analizado. Está usted cayendo en un bucle sin fin.
-Ya, esto, a ver un momento. ¿A qué se dedica usted?
-Soy analista programador de bases de datos.
-Me lo temía. Analícese y reprográmese usted mismo.
-No puedo hacer eso. Necesito una analítica.
-Exacto.
-Alguien observadora y juiciosa como usted, prenda.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un amigo

-¿Estoy hablando con los bomberos?
-Así es. Dígame.
-Vengan rápido.
-¿Qué le sucede?
-Hay un incendio y se ha llenado todo de humo.
-Muy bien, tranquilícese. Dígame su dirección.
-Paseo del Rey, 34.
-Enseguida enviamos una unidad móvil.
-¿Pero si aún no saben dónde es el incendio?
-¿No es en Paseo del Rey, 34?
-No, no. Ésa es mi dirección.
-¿Y por qué ha dado esta dirección?
-Usted me ha preguntado por mi dirección, no por la dirección donde se ha producido el incendio.
-Bueno, pues dígame ahora la dirección del incendio.
-Calle Costa Rica, 34 pero se está mudando al 36, no espere al 38.
-No se preocupe. La unidad móvil ya está en camino. ¿Hay alguien más con usted?
-Tengo un amigo invisible desde los tres años, pero no creo que cuente.
-Entonces, ¿está sola?
-No estoy sola en absoluto. Tengo a mis padres, a mis hijos y un montón de amigos que me apoyan y me quieren. El hecho de que Carlos me haya abandonado no le autoriza para hablarme con ironías.
-Esto, vale. No se ponga nerviosa. Tírese al suelo y respire a través de un pañuelo humedecido.
-Si cree que alguien puede tirarse al suelo con un pañuelo humedecido sin ponerse nervioso, es que no es usted humano.
-Es lo que hay que hacer en caso de incendio.
-No será usted una de esas máquinas que dicen que pulses el uno si quieres esto y el dos si quieres aquello, ¿verdad?
-No se preocupe, soy humano.
-¿Cómo se llama?
-Señora, no es el momento de hablar de mí.
-Es que estoy muy nerviosa.
-Está bien. Me llamo Jorge.
-Qué coincidencia, cómo mi amigo invisible. ¿Está casado, Jorge?
-Pues, no. Soy soltero.
-¿Le gustan los niños?
-Sí.
-¿Y las mujeres con amigos invisibles?

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un motivo

-Si alguien tiene un motivo para que este matrimonio no se consume, que hable ahora o calle para siempre.
-Yo tengo un motivo.
-Dígalo.
-Están todos ustedes boca abajo.
-Ya. ¿Ha probado a seguir la ceremonia sin hacer el pino?
-No.
-Pues pruebe.
-Coño, es verdad. Ahora ya están al derecho.
-Prosigamos entonces.
-Es que tengo otro motivo.
-Dígalo.
-Que se acaban de desintegrar ustedes en el vacío cósmico.
-No nos hemos desintegrado en ningún vacío. Lo que ha pasado es que ha cerrado usted los ojos. Ábralos.
-Vale, pero tengo otro motivo.
-A ver.
-Que, esto, que la novia no va vestida de blanco sino de verde y oro, como si fuera un torero.
-¿Pero qué dice? El que va vestido de verde y oro soy yo. Es mi sotana nueva.
-Ah, es verdad, perdone.
-Prosigamos entonces.
-Es que tengo otro motivo.
-Dios mío, qué cruz. ¿Qué pasa ahora?
-Que el novio lleva peineta.
-La que lleva peineta es la madre del novio, que está aquí en su papel de madrina. ¿Está claro?
-Ah, sí. Me he confundido, pero tengo otro motivo.
-Diga.
-Que hay un gimnasta del equipo olímpico detrás de usted.
-No es un gimnasta. ¿Es que no lo reconoce?
-Perdone. Me había parecido un ejercicio de anillas.
-Esto es increíble. ¿Quiere decirme por favor qué demonios le sucede? ¿Por qué no quiere que se celebre esta boda?
-No puedo permitir que el gran amor de mi vida sea de otra persona.
-¿No le parece un poco tarde para decir eso?
-Son las doce menos cuarto, no es tan tarde.
-Quiero decir que tendría que haber luchado por la novia mucho antes.
-A mí la novia me importa un pito.
-Entonces, ¿el gran amor de su vida es el novio aquí presente?
-No, yo al que quiero es al señor que hay al otro lado de la novia.
-¿Se refiere al padrino?
-Questo è quello che volevo dire, il Padrino.

martes, 8 de noviembre de 2011

Una urgencia

-¿Le molesta que abra la ventanilla?
-Preferiría que no lo hiciera.
-Es que tengo mucho calor.
-Regúlese el aire acondicionado.
-El aire acondicionado me irrita la garganta. Prefiero abrir la ventanilla.
-Ya, pero es que, si abre la ventanilla, vamos a salir todos volando.
-¿Cómo dice?
-Estamos en un avión a más de 10.000 metros de altura. Si abre la ventanilla se producirá una diferencia de presiones y saldremos volando.
-Bah, no exagere y déjeme.
-Bueno, allá usted.
-¿Ve que fresquito más rico entra?
-Sí, pero las dos azafatas están en el techo.
-Demonios, tenía usted razón.
-Y ahora varios pasajeros están volando por el interior de la cabina.
-Pero, ¿adonde van?
-Están siendo succionados por la diferencia de presiones.
-Ya, pero ¿y lo fresquitos que estamos?
-Eso sí pero, valga la redundancia, acabo de ver salir volando al oficial de vuelo.
-¿Por qué se va?
-Y además el comandante me acaba de pasar por encima camino de los baños.
-Tendrá una urgencia.
-Una urgencia es lo que tenemos nosotros. Yo no sé pilotar un avión.
-Yo tampoco.
-Y además se me ha roto el cinturón de seguridad y me veo arrastrada hacia la ventanilla.
-Pues nada, hasta otra.
-Déme la mano, por favor.
-Me parece un saludo de despedida demasiado formal.
-Que me dé la mano le digo, cojones.
-Mejor unas palmaditas en la espalda.
-No, nooooo…
-Hala, qué prisas, con el fresquito que hace aquí.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un bóxer

-Me da una entrada para el concierto de Lady Gaga.
-Tenga.
-¿Qué es esto? Me ha dado un tanga.
-Es que está usted en una mercería.
-¿No es está la oficina de venta de entradas para conciertos?
-No, esto es la mercería Lady Braga.
-Ah, ahora comprendo el malentendido. Tanga se parece mucho a Gaga.
-Y también a braga.
-Sí, porque Oporto o Lisboa ya suenan de otra manera.
-Exactamente. ¿Cree que el tanga es de su talla?
-No creo. Lady Gaga debe de usar una 38.
-Me refiero a usted.
-Yo no uso tangas.
-¿Prefiere la braga clásica?
-Soy un caballero. Sólo llevo boxers.
-Además las tangas se meten por la raja del culo.
-Cosa que los boxers no hacen nunca.
-Son unos perros muy tranquilos, sí.
-Yo no estoy hablando de animales.
-Yo tampoco. Tenga su bóxer.
-¿Cómo se llama?
-Sultán, pero también responde por Tuba o Chucho.
-¿Qué cuidados necesita?
-Es mejor que lo lave a mano. En la lavadora se estropean mucho las prendas delicadas.
-Y además se meten por la raja del culo.
-Eso mismo.