domingo, 30 de enero de 2011

Un frigorífico

-El frigorífico no funciona.
-¿Por qué dices eso?
-En lugar de enfriar calienta. Mira.
-Tal vez sea porque eso es el microondas.
-Puede ser, pero ¿qué me dices de la batidora?
-¿Qué le pasa?
-No tritura.
-Quizá influya algo que eso es el exprimidor de naranjas.
-Puede que tengas razón, pero ¿y la cafetera?
-¿Qué pasa con la cafetera?
-Hace el café muy aguado.
-Porque es el grifo del fregadero.
-¿Y el horno? Cada vez que lo abro veo a dos señores viendo la tele.
-Eso es la puerta del salón. Y esos señores son los abuelos.
-¿Y el interruptor de la luz?
-¿Tampoco funciona?
-Cada vez que lo accionó suena una campanita y me abre una señora.
-Eso no es el interruptor de la luz, sino el timbre de la puerta.
-¿Y la señora?
-Soy yo.
-Pues debo decirte que tú tampoco funcionas.
-Ah, ¿no?
-No. Cuando te beso se me llena la boca de pelos.
-Eso es porque me besas por detrás.
-¿Qué insinúas?
-Que me besas el cogote.
-¿Entonces el que no funciono soy yo?
-Digamos que tienes algún problema de atención, sí.
-¿Crees que estoy loco?
-Yo no he dicho eso, pero unas duchas de agua caliente y fría te vendrían de maravilla.
-No me las puedo dar.
-¿Por qué no?
-Porque cada vez que abro el grifo del agua caliente me sale fría, con burbujas y muy turbia.
-Quizá sea porque eso es una botella de cocacola.
-Y cuando abro el grifo de agua fría aparecen unas lechugas, unos fiambres y unos yogures.
-Porque eso que abres es el frigorífico.
-Ya te he dicho hace rato que no funcionaba bien.

miércoles, 26 de enero de 2011

Un asiento

-¿Está libre este asiento?
-Sí.
-Me sentaré entonces.
-Oiga, que este asiento pertenece a mi coche.
-¿Y?
-Pues que mi coche no es un vehículo público.
-¿Adónde se dirige usted?
-Al centro.
-Entonces no hay ningún problema. Me va perfecto.
-No. A ver. El problema es que esto no es un taxi.
-Nadie ha dicho que lo sea. Yo sólo he preguntado si el asiento estaba libre.
-El asiento está libre pero eso no significa que deba ser ocupado.
-¿Por qué no?
-Pues porque es mío.
-Y seguirá siéndolo, no se preocupe. No voy a llevármelo. Tan sólo voy a sentarme sobre él mientras nos dirigimos al centro.
-Pero es que no es así como funcionan las cosas.
-¿Cómo funcionan entonces? Yo tengo un culo y usted un asiento. Culo y asiento. ¿Comprende?
-Comprendo, pero el hecho de que su culo y mi asiento estén libres no significa que deban unirse.
-Yo no he dicho que mi culo esté libre.
-Pero lo ha insinuado.
-¿Por quién me toma? ¿Cómo se atreve a hablar de la libertad de mi culo? ¿Le he dicho yo algo del suyo?
-No, pero quiere sentarse en mi asiento.
-Porque está libre.
-También está libre mi cuarto de invitados y eso no significa que deba usted venir a dormir a mi casa.
-¿Por qué no? Me parece una idea estupenda.
-Pero oiga, por favor...
-No tendrá también una silla libre en su mesa de comedor.
-Pues sí, pero...
-Pues hecho. Nos vamos al centro, cenamos juntos y luego duermo en su cuarto de invitados. Me hace usted un gran favor.
-No me ha entendido, yo...
-Le he entendido perfectamente. Cállese y conduzca.
-No pienso hacerlo. Esto es un atropello moral y legal. Sepa usted que tengo mis derechos y que soy un hombre libre.
-¿Ah, usted también está libre? ¿No le gustarán los barbudos de ojos pardos, complexión atlética y capacidad dialéctica, como yo?

domingo, 23 de enero de 2011

Un atropello

-Diga si no es menos cierto que el día de los hechos se encontraba usted en Cuenca.
-¿Cómo?
-Dígalo.
-Es que no entiendo lo que me pregunta.
-Le pregunto si no es menos cierto lo que le digo.
-Sí.
-¿Es menos cierto o es cierto?
-Es cierto.
-Entonces no es menos cierto.
-No.
-¿En qué quedamos?
-No sé.
-¿Quiere que le repita la pregunta?
-Sí, por favor.
-Diga al tribunal si no es menos cierto que el día de los hechos estaba usted en Cuenca.
-No lo es.
-¿No lo es qué: más cierto o menos cierto?
-Sí, eso mismo: es más o menos cierto.
-El tribunal no puede admitir vaguedades. Exprésese con claridad, por favor.
-¿Quiere que me expresa con claridad?
-Se lo ruego.
-Pues deje de tocarme los cojones con su forma de hablar.
-Ya veo. Se ha enfadado usted.
-Muy perspicaz.
-Ruego al tribunal que no tenga en cuenta las palabras de mi testigo.
-No, no, ténganlas en cuenta, por favor. Esto es un atropello.
-Se equivoca. Un atropello es lo que tuvo lugar en Cuenca el día de los hechos.
-Lo sé. Estuve allí.
-Así que admite que no es menos cierto lo que le estaba preguntando.
-Joder, qué cruz.
-Admítalo.
-En todo caso admito que no es más falso.
-¿No es más falso que qué?
-Que menos cierto.
-No haré más preguntas, señoría.

jueves, 20 de enero de 2011

Un irlandés

-Buenas tardes. ¿Qué desea?

-El libro de Conocimiento del Medio de 6º de primaria del colegio Calderón de la Barca, por favor.

-Tenga.

-Oiga, perdone pero creo que no me ha entendido.

-¿Por qué lo dice?

-Porque me ha puesto una ración de pulpo a la gallega.

-Claro, es que esto es una tasca especializada en tapas marineras.

-Coño, es verdad. Pues sí que voy despistado. Yo quería comprar el libro, unos lapiceros y plástico para forrar los libros.

-Forro y lapiceros sí que tengo. Y además de oferta.

-¿Forro y lapiceros en una tasca?

-Es que el forro lo sirvo con tomate y los lapiceros los hago a la plancha.

-Bueno, pues póngame una de cada y un chato de vino.

-No, vino, no tengo. Pero le puedo ofrecer un Diccionario de Español-Italiano, la Biblia contada a los niños o una edición conmemorativa de Orzowei.

-Ya entiendo, ¿y no tendrá por casualidad el libro de Conocimiento del Medio de 6º de Primaria?

-¿Para qué colegio?

-Ya se lo he dicho, para el Calderón de la Barca.

-No, para ese colegio no lo tengo.

-¿Pero tiene el libro o no lo tiene?

-Lo tengo.

-Entonces, ¿qué importa el colegio?

-El colegio es muy importante. Los niños que se crían en la calle tienen menos y peores oportunidades laborales que los que van al colegio.

-Ya, bueno, déme el libro, por favor.

-Tenga.

-Oiga, que esto es una banderilla de olivas y anchoas.

-Está usted muy equivocado.

-¿No es una banderilla de olivas y anchoas?

-No son anchoas. Son boquerones.

-Ya, pero yo le he pedido una ración de forro con tomate, unos lapiceros a la plancha y un chato de vino.

-Aquí sólo tenemos libros de texto y novelas de los principales autores europeos.

-Póngame algo fuerte. Lo que sea.

-¿Le gustan los irlandeses?

-No, el café a estas horas me quita el sueño.

lunes, 17 de enero de 2011

Una absolución

-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida.
-Padre, me acuso de creer en extraterrestres.
-¿Perdona?
-Sí, padre, creo en los extraterrestres. Están por todas partes.
-Ya, bueno, hijo mío, pero eso no es ningún pecado.
-Es que creo que incluso usted es un extraterrestre.
-Yo soy el padre Florencio, hijo.
-¿Y por qué va vestido con esa túnica verde?
-Porque acabo de decir misa de once.
-¿Y por qué lleva esas antenas en las orejas?
-No son antenas, sino mis audífonos. Si me los quito no oigo nada.
-¿Y por qué habla en ese idioma tan extraño?
-Es latín, hijo. El idioma de la iglesia.
-¿Y por qué pilota esta nave espacial monocasco de diseño tan peculiar?
-¿Esto? No es ninguna nave espacial, sino un simple confesionario.
-Eso explica su funesta aerodinámica.
-Venga, reza un credo mientras te absuelvo de tus pecados.
-No me toque. No quiero que me abduzca.
-Absolver, hijo, he dicho absolver, no abducir.
-No trate de engañarme con infinitivos difíciles. Sé lo que busca.
-Busco tu arrepentimiento.
-Y una mierda. Lo que quiere es la secuencia completa de mi ADN para poder replicarlo, convertirse en un ser humano y mezclarse entre nosotros.
-Ya soy un humano.
-Entonces llego tarde. Ya ha conseguido un código de ADN.
-Pues sí, en efecto, ya lo tengo.
-¿Y de dónde lo ha sacado, si puede saberse?
-Me lo proporcionaron mi padre y mi madre.
-Ah, qué asco. Qué sangre fría. Abdujo usted a sus propios padres.
-Yo no he abducido a nadie. Mis padres juntaron su material genético y me lo dieron. Así es como Dios lo quiso. Tus padres también te lo dieron a ti.
-¿Cómo dice?
-Claro, al unirse en matrimonio.
-Entonces soy una réplica de su ADN.
-Eso es.
-Lo que significa que, que, que...
-¿Qué?
-Que yo también soy un extraterrestre.

jueves, 13 de enero de 2011

Un perfeccionista

-El siguiente, por favor. Dígame qué le pasa.

-Desde ayer por la tarde me duele un dolor, toso una tos y vomito un vómito.

-Ya entiendo.

-¿Qué tengo, doctor?

-Una laguna gramatical de puta madre.

-¿Cómo dice?

-¿No sabe cuál es la diferencia que hay entre los verbos transitivos y los intransitivos?

-Eso qué tiene que ver con mi dolencia. Yo he venido a la consulta de un médico, no a un examen de gramática.

-Muy bien. Veamos. ¿Por qué dice que le duele un dolor?

-Porque me duele.

-¿Por qué dice que tose una tos?

-¿Y qué quiere que tosa? ¿Un esguince de tobillo?

-Precisamente por eso lo digo. No se puede toser nada que no sea una tos. Ni tampoco se puede vomitar otra cosa que no sea un vómito. Es lo mismo.

-¿Cómo va a ser lo mismo? ¿No sabe cuál es la diferencia entre un vómito y una tos?

-Por supuesto que la sé. Me refiero al mismo caso, no a la misma causa.

-Ya veo. Es usted un perfeccionista de las palabras.

-Puede que sí.

-Todos tenemos alguna manía. A mí por ejemplo me gustan los complementos directos.

-Ya. Bueno, perdone, pero tengo mucho pacientes por atender.

-¿No me receta nada?

-Léase el Esbozo de la Real Academia de la Lengua Española cada ocho horas.

-¿Y mejoraré una mejora?

-Eso espero.

-Gracias, doctor. Una cosa más.

-Dígame.

-A veces sudo un sudor, orino una orina y sangro una sangre. ¿Qué me recomienda?

-Que se vaya una ida. Y no vuelva una vuelta.

domingo, 9 de enero de 2011

Un supervisor

-¿Información de telefónica?
-Aquí es. ¿En qué puedo ayudarle?
-¿Puede decirme si la pasta al huevo tarda más o menos en cocer que la normal, por favor?
-¿Cómo?
-Es que he tirado el envase a la basura sin consultarlo.
-No sé qué decirle. Aquí sólo damos información telefónica.
-Pues eso mismo es lo que le estoy reclamando, una información telefónica.
-No puedo responderle.
-Pues vaya mierda de servicio. Páseme con su supervisor.
-No me pida eso, por favor. Pasado mañana se me acaba el contrato y no quiero que me echen.
-Entonces respóndame.
-Está bien. Yo diría que la pasta al huevo se cuece antes que la normal.
-¿Y las borrajas ecológicas?
-¿Qué les pasa?
-¿Se cuecen antes que las normales?
-También.
-¿Qué tiempo hará mañana?
-Soleado con rachas de viento e intervalos nubosos.
-¿A qué distancia está la Tierra del Sol?
-A 150 millones de kilómetros.
-¿Cuál es la raíz cuadrada de 49,27?
-7,01925922
-¿Qué comando sirve para insertar un hipervínculo en una hoja Excel?
-Ctrl Alt K.
-¿A qué hora sale usted de trabajar?
-A las cinco y media.
-¿Está casada?
-No creo que eso sea de su incumbencia.
-Páseme con su supervisor.
-Estoy soltera.
-¿Quiere cenar conmigo esta noche?
-No y no pienso pasarle con mi supervisor.
-¿Por qué no?
-Porque precisamente he quedado a cenar con él.
-Ya entiendo.
-¿Qué es lo que entiende?
-Nada, nada.
-No le consiento ese tono. Respóndame.
-Si quiere respuestas, llame al servicio de información de telefónica.

martes, 4 de enero de 2011

Un rey mago

-Hola.
-Hostias, un niño.
-¿Quiénes sois?
-No hables tan alto, rico.
-¿Qué estáis haciendo en mi casa?
-No te lo podemos decir.
-¿Sois los Reyes Magos?
-Eso mismo. Mira, yo soy Melchor y éste es Gaspar.
-¿Y Baltasar?
-Está abajo, con el coche en marcha.
-¿No vais en camellos?
-Hace tiempo que no.
-¿Por qué?
-Porque huelen fatal.
-¿Qué lleváis en esos sacos?
-¿Qué vamos a llevar? Los regalos.
-A ver, pero si es la vajilla de plata de mi madre.
-Es su regalo.
-Ya tiene una.
-Pues así tendrá otra.
-¿Y a mí que me habéis traído?
-Lo que has pedido en tu carta.
-No escribí carta.
-Te traemos una pitillera de oro. Mira.
-Es como la de mi padre.
-A tu padre le hemos traído este ordenador portátil.
-Ya tiene uno y es igualito que ése.
-Pues le dejamos la vajilla a tu padre.
-¿Y la pitillera?
-Para tu madre.
-¿Y entonces el portátil?
-Para ti, ¿qué te parece?
-¿Podéis dejarlo por escrito?
-Si insistes.
-De ese modo me marcharé a la cama sin haceros más preguntas…
-Vale.
-…y sin hacer ninguna llamada telefónica.
-¿Por qué dices eso, rico?
-Porque esto huele fatal.
-Y eso que no hemos traído los camellos.

domingo, 2 de enero de 2011

Un chulo

-Buenos días, don Carlos.
-A sus pies, madre superiora. ¿Para qué quería verme?
-Se trata de Carlitos.
-¿Qué ha hecho esta vez?
-Ha llamado gorda a la hermana Clotilde.
-No la conozco.
-Es la que está sentada allí con cara de disgusto. ¿Qué le parece?
-La verdad es que algo de sobrepeso sí tiene.
-Don Carlos, por favor.
-¿Qué pasa? Es la verdad.
-Le estoy preguntando por la actitud de su hijo.
-Siempre ha sido muy observador.
-Muy observador y muy deslenguado, ¿no cree?
-Él sólo ha dicho la verdad.
-No siempre debe decirse la verdad.
-Ja, no me haga reír. ¿Es eso lo que pone en su catecismo?
-Ya veo de dónde ha sacado su hijo la chulería.
-¿Me está llamado chulo, madre?
-Usted también es muy observador.
-Pues sí, lo soy. Y debo decirle que a usted también le sobran unos kilillos.
-¿Cómo se atreve?
-¿Cuál es su índice de masa corporal?
-¿Qué? No sé…
-Así a ojo le calculo entre 26 y 27, lo que significa sobrepeso. ¿Me permite que le mida el perímetro abdominal?
-Por supuesto que no. Lo que le pido es que tome medidas con su hijo.
-Mi hijo tiene un índice de masa corporal ideal. No hace falta medirlo.
-Me refiero a su actitud.
-¿Qué le pasa a mi actitud?
-Estoy hablando de la actitud de su hijo, maldita sea.
-Ha dicho “maldita sea”.
-Ya lo sé. Es que me está poniendo usted muy nerviosa.
-No debe usar expresiones malsonantes, madre.
-Sí, tiene razón, perdone.
-Venga, no pasa nada. Por esta vez haremos la vista gorda, pero tenga cuidado la próxima.
-Gracias, don Carlos.
-Le acompaño a la puerta.
-Vale, pero estamos en mi despacho.
-Ah, es verdad. Que tenga un buen día.
-Lo mismo digo.
-Y quítese los dulces, el pan y las bebidas carbohidratadas. Hágame caso.