martes, 26 de julio de 2011

Un crucero

-Quiero irme de vacaciones a un sitio muy lejano.
-¿Qué le parece Kuala Lumpur?
-Lo siento, no hablo swahili.
-Estoy hablando en castellano.
-Ah, perdone, como ha dicho eso tan raro…
-Eso tan raro es el nombre de una ciudad.
-¿Ah sí? ¿Y está lejos?
-Lejísimos, en Malasia, en el lejano Oriente.
-Suena bastante lejos, sí.
-También puede ir a Phnom Penh.
-Lo siento, no hablo chino.
-No he dicho nada en chino.
-Entonces se ha atragantado.
-No me he atragantado. Le he propuesto ir a Phnom Penh.
-¿Y eso qué es?
-Se trata de la capital de Camboya, un sitio lejísimos.
-Ah.
-O puede hacer un crucero por el mar de Ojotsk.
-Salud.
-¿Perdone?
-Ha tosido usted, tenga cuidado con el aire acondicionado.
-No he tosido. Simplemente le he propuesto un crucero por un mar de Rusia.
-No lo conozco.
-Claro, porque está muy lejos. Está tan lejos que es hasta difícil de pronunciar.
-En ese caso no me interesa.
-¿No quería irse lejos?
-Quiero irme lejos, sí, pero a un sitio conocido.
-Ya, a ver. ¿Ha viajado usted mucho?
-Apenas nada.
-¿Le interesa a usted la geografía política?
-No.
-¿Y la física?
-Soy de letras.
-¿Qué le parecería un crucero por el mar Egeo?
-No lo conozco.
-¿Conoce el centro de Europa?
-No.
-¿Le gustaría ir?
-Quiero ir a un sitio conocido.
-A ver, dígame cuál es el sitio más lejano que conoce.
-Pues no sé, déjeme pensar… una vez fui a Modubar de la Emperadada, cerca de Quintanamanvirgo.
-Lo siento, no hablo quechua ni guaraní.

martes, 19 de julio de 2011

Un carnicero

-¿Me hace las uñas, por favor?
-¿Cómo dice?
-Las uñas. Arreglar y pintar, por favor.
-Es que esto es una carnicería.
-No me ponga excusas.
-Bueno, como quiera. ¿Cómo se las hago, a filetes o picadas con magro y ternera?
-Picadas, por favor.
-Traiga aquí la mano y métala en este aparato.
-Uf, qué daño y cuánta sangre, ¿no?
-¿Y qué esperaba? Es una trituradora.
-Escuece.
-Ya está.
-Oiga, pero ahora en vez de una mano tengo un muñón.
-Ya. Es lo que sucede cuando te dejas triturar los dedos. ¿Desea algo más?
-Querría hacerme también unas mechas en el pelo.
-¿Mechas picadas o a filetes?
-¿Tiene alguna otra alternativa?
-Pudo darle un par de cortes para hacerlas asadas.
-Sí, mejor así.
-Vale, acérquese.
-Cielos, si me ha cortado la cabeza.
-Tenga cuidado. Se le salen los sesos.
-Uf, es cierto. Qué aspecto tan sanguinolento.
-¿Alguna otra cosa?
-También quería depilarme las piernas.
-Traiga.
-Nuevamente me duele.
-Es que se las estoy haciendo a filetes. Mire que filetón le ha salido a la altura de la nalga.
-Muy apetitoso, sí, pero ahora tengo ciertas dificultades para guardar el equilibrio.
-Eso es porque le molesta la otra pierna. ¿Se la hago también a filetes?
-¿No será mucha carne?
-Puedo envasársela al vacío para que la guarde en el frigorífico.
-Buena idea.
-Traiga. ¿Ve? Ahora se sostiene perfectamente.
-Hombre, perfectamente no sé. Dese cuenta de que me apoyo en el suelo con la base del tronco.
-Máxima estabilidad.
-Ya, pero mínima movilidad.
-Reme con los brazos.
-Es que quería depilármelos también.
-No se lo aconsejo.
-¿Por qué no?
-Se va usted a quedar en nada.
-Y qué importa, si no soy más que una simple oveja.

martes, 12 de julio de 2011

Un cuatrillizo


-Mari Piliiiiiiiii……
-¿Sí?
-Hola, cariño. Ya estoy aquí.
-¿Usted quién es?
-Mari Pili, no empieces a vacilarme. Soy Mariano, tu marido.
-¿Mi marido? Se equivoca usted. Soy una mujer soltera.
-Ya. ¿Y los cuatro hijos que tenemos?
-Soy una madre soltera. ¿Qué pasa?
-¿Y la alianza de matrimonio que llevas en el dedo?
-¿Ésta? Me salió en un paquete de patatas fritas.
-Mari Pili, por favor, esa alianza la compró mi madre y le costó un riñón. Venga, dame un beso.
-No tengo costumbre de besar a extraños.
-Joder, qué paciencia… A ver, mira, aquí, en la pared. ¿Ves esta foto? Estamos los seis. Tú, los niños y yo. ¿No me ves?
-¿Qué hace usted en esta foto?
-Estoy posando, como vosotros.
-¿Y cómo se atreve a posar con nosotros? No acostumbro a posar con extraños.
-No soy un extraño. Soy tu marido y el padre de tus cuatro hijos.
-Sí, claro, y yo soy la reina Leonor de Aquitania, no te digo.
-Es la verdad. Me llamo Mariano, como tu hijo mayor. Le pusimos ese nombre por mí. ¿Comprendes?
-No tengo ningún hijo mayor.
-¿Pero no me has dicho que eras una madre soltera?
-Sí, pero no tengo hijos mayores ni menores.
-¿Y cómo es eso posible?
-Porque son cuatrillizos.
-Ja. ¿Cuatrillizos? No me hagas reír. ¿Quieres decirme por qué razón se ven en esta fotografía de distintas edades?
-Unos nacieron más grandes que otros. Es lo normal en los partos múltiples.
-Ya pero es que Mariano tiene 28 años, Luisa 25, Jorge 20 e Isabel 13. ¿Cómo explicas eso?
-Algunos han envejecido muy deprisa, es cierto. Será cosa del cambio climático.
-De qué cambio climático. La cuestión es que ni tienes cuatrillizos ni eres una madre soltera.
-Hombre, no le negaré que, visto así, tiene algo de lógica.
-Pues claro que la tiene.
-No pueden haber nacido a la vez. Es verdad.
-Bueno. Menos mal que lo reconoces. ¿Cuántas botellas te dejo?
-Déjame cuatro de leche entera, ocho yogures y una tarrina de queso fresco.
-Toma y hasta la semana que viene.

martes, 5 de julio de 2011

Una rareza

-Está usted muy callado.
-Es que soy mudo.
-Ah, perdone.
-…
-No, espere. ¿Cómo va a ser mudo si me acaba de responder?
-No, yo no he dicho nada. Ya le comento que soy mudo y tal.
-No lo entiendo.
-¿No sabe lo que es un mudo? Y no me responda que una paded, por favor.
-Sí, sé lo que es un mudo, pero usted habla.
-Hablo pero soy mudo. Es una rareza.
-¿Cómo que una rareza?
-Las hay peores. Tengo un familiar que sólo se expresa mediante sonidos provocados con el sobaco.
-No es posible.
-Sí, sí, mire. Yo también soy muy hábil haciendo cantar el sobaco. ¿Reconoce esta melodía?
-No, no…
-Era la novena sinfonía de Beethoven.
-Que no…
-Que sí, el segundo movimiento.
-Que no es eso. No es eso. Me refiero a que no es posible que usted sea mudo y hable.
-¿Por qué no? Otro familiar mío es cojo y corre los Sanfermines.
-¿Cómo va a correr los Sanfermines un cojo?
-Pues tirando calle Estafeta para adelante, como todo el mundo.
-Que no…
-Que sí, sale de Mercaderes y ya enfila hacia la calle Estafeta.
-Que no puede ser, hostias.
-No sea malhablado.
-Prefiero ser malhablado que mudo.
-No diga tonterías. Si fuera mudo no podría ser malhablado.
-¿Cómo que no? Usted mismo es mudo y habla.
-Pero nunca digo palabras malsonantes.
-Eso habría que verlo.
-Querrá decir oírlo. Las palabras no pueden verse.
-Pues en ese caso no tengo nada que hacer.
-¿Por qué no?
-Porque soy sordo de nacimiento.