martes, 19 de julio de 2011

Un carnicero

-¿Me hace las uñas, por favor?
-¿Cómo dice?
-Las uñas. Arreglar y pintar, por favor.
-Es que esto es una carnicería.
-No me ponga excusas.
-Bueno, como quiera. ¿Cómo se las hago, a filetes o picadas con magro y ternera?
-Picadas, por favor.
-Traiga aquí la mano y métala en este aparato.
-Uf, qué daño y cuánta sangre, ¿no?
-¿Y qué esperaba? Es una trituradora.
-Escuece.
-Ya está.
-Oiga, pero ahora en vez de una mano tengo un muñón.
-Ya. Es lo que sucede cuando te dejas triturar los dedos. ¿Desea algo más?
-Querría hacerme también unas mechas en el pelo.
-¿Mechas picadas o a filetes?
-¿Tiene alguna otra alternativa?
-Pudo darle un par de cortes para hacerlas asadas.
-Sí, mejor así.
-Vale, acérquese.
-Cielos, si me ha cortado la cabeza.
-Tenga cuidado. Se le salen los sesos.
-Uf, es cierto. Qué aspecto tan sanguinolento.
-¿Alguna otra cosa?
-También quería depilarme las piernas.
-Traiga.
-Nuevamente me duele.
-Es que se las estoy haciendo a filetes. Mire que filetón le ha salido a la altura de la nalga.
-Muy apetitoso, sí, pero ahora tengo ciertas dificultades para guardar el equilibrio.
-Eso es porque le molesta la otra pierna. ¿Se la hago también a filetes?
-¿No será mucha carne?
-Puedo envasársela al vacío para que la guarde en el frigorífico.
-Buena idea.
-Traiga. ¿Ve? Ahora se sostiene perfectamente.
-Hombre, perfectamente no sé. Dese cuenta de que me apoyo en el suelo con la base del tronco.
-Máxima estabilidad.
-Ya, pero mínima movilidad.
-Reme con los brazos.
-Es que quería depilármelos también.
-No se lo aconsejo.
-¿Por qué no?
-Se va usted a quedar en nada.
-Y qué importa, si no soy más que una simple oveja.

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