-Sí, sabría.
-Dígame sus nombres.
-No lo sé.
-¿No me ha dicho que lo sabía?
-Le he dicho que sabría decírselo en el hipotético caso de que me hubiera estudiado la lección.
-En ese caso le pongo un cero.
-No puede hacer eso. Yo he respondido correctamente a su pregunta.
-¿Cómo dice?
-Usted me ha preguntado si sabría y yo le he respondido que, si se hubieran dado las circunstancias adecuadas, sí que sabría.
-¿De qué circunstancias me habla?
-Anoche mis padres me obligaron a trabajar con ellos hasta tarde y no pude estudiar.
-Está bien, hábleme de ellos.
-Tienen una carnicería y llevan muy mala vida. Mi padre se levanta a las 4 de la mañana…
-Me refiero a los Reyes Católicos.
-No creo que madrugaran tanto.
-¿En qué siglo vivieron?
-Mi padre nació en 1957 y mi madre tres años después. Son del siglo XX.
-Me refiero a los Reyes Católicos.
-Son anteriores.
-Anteriores a qué.
-A la carnicería de mis padres.
-¿Por qué son famosos?
-Por sus morcillas de arroz y sus longanizas frescas,
-Me refiero a los Reyes, no a sus padres.
-Sí, supongo que los Reyes católicos pueden considerarse más famosos que mis padres.
-Pero dígame por qué.
-Mujer, pues porque un reinado siempre será más importante que regentar una carnicería. Vamos, digo yo.
-Me refiero a la razón por la que son famosos los Reyes Católicos.
-Suelen aparecer en los exámenes de historia.
-Ya, pero sabría decirme ¿por qué?
-Por supuesto que sabría.