miércoles, 1 de junio de 2011

Una operación

-Doctor, ¿podré tocar el violín después de la operación?
-Eso depende.
-¿De qué depende? ¿Del postoperatorio? ¿De la anestesia?
-Depende de si ya sabe tocar el violín antes de la operación.
-Supongamos que no.
-Entonces tampoco sabrá hacerlo después de la operación.
-En ese caso, ¿para qué voy a operarme?
-Si no se opera es probable que pierda el brazo.
-¿Y para qué quiero el brazo si no voy a poder tocar el violín?
-Para lo mismo que lo ha usado hasta ahora, dado que no sabe tocar el violín.
-Ya veo. ¿Y la balalaika? ¿Podré tocar la balalaika?
-Lo mismo le digo. ¿Sabe tocarla ahora?
-Ni puta idea.
-Pues entonces no podrá tocarla después.
-Usted me dijo que, después de la operación, podría hacer cosas que ahora no puedo hacer.
-Me refería a los movimientos del brazo, a elevarlo, bajarlo, moverlo hacia atrás.
-¿Y para qué iba yo a querer mover el brazo hacia atrás? Tanto el violín como la balalaika se tocan de frente.
-Podrá usted vestirse y desnudarse sin ayuda.
-Siempre he preferido que me ayuden a desnudarme.
-Podrá hacer deporte, trabajar y llevar una vida normal.
-Ya llevo una vida normal.
-No puede usted vestirse.
-¿Voy acaso desnudo?
-Me refiero a que no puede hacerlo solo.
-Lo hago a la perfección.
-¿Por eso lleva la camisa puesta entre la pierna y el brazo derechos?
-Es la última moda, ¿no se ha enterado?
-Y supongo que también está de moda ponerse la americana del revés.
-Superman lleva los calzoncillos por fuera y es un superhéroe, ¿no?
-No sé. No me pagan para evaluar el aspecto físico de los superhéroes.
-No me cambie de tema y dígame, ¿podré tocar el acordeón?

1 comentario:

  1. Pues oiga... que no me opero de juanetes, no sea que me despierte hablando la lengua de los hititas.

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