lunes, 17 de enero de 2011

Una absolución

-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida.
-Padre, me acuso de creer en extraterrestres.
-¿Perdona?
-Sí, padre, creo en los extraterrestres. Están por todas partes.
-Ya, bueno, hijo mío, pero eso no es ningún pecado.
-Es que creo que incluso usted es un extraterrestre.
-Yo soy el padre Florencio, hijo.
-¿Y por qué va vestido con esa túnica verde?
-Porque acabo de decir misa de once.
-¿Y por qué lleva esas antenas en las orejas?
-No son antenas, sino mis audífonos. Si me los quito no oigo nada.
-¿Y por qué habla en ese idioma tan extraño?
-Es latín, hijo. El idioma de la iglesia.
-¿Y por qué pilota esta nave espacial monocasco de diseño tan peculiar?
-¿Esto? No es ninguna nave espacial, sino un simple confesionario.
-Eso explica su funesta aerodinámica.
-Venga, reza un credo mientras te absuelvo de tus pecados.
-No me toque. No quiero que me abduzca.
-Absolver, hijo, he dicho absolver, no abducir.
-No trate de engañarme con infinitivos difíciles. Sé lo que busca.
-Busco tu arrepentimiento.
-Y una mierda. Lo que quiere es la secuencia completa de mi ADN para poder replicarlo, convertirse en un ser humano y mezclarse entre nosotros.
-Ya soy un humano.
-Entonces llego tarde. Ya ha conseguido un código de ADN.
-Pues sí, en efecto, ya lo tengo.
-¿Y de dónde lo ha sacado, si puede saberse?
-Me lo proporcionaron mi padre y mi madre.
-Ah, qué asco. Qué sangre fría. Abdujo usted a sus propios padres.
-Yo no he abducido a nadie. Mis padres juntaron su material genético y me lo dieron. Así es como Dios lo quiso. Tus padres también te lo dieron a ti.
-¿Cómo dice?
-Claro, al unirse en matrimonio.
-Entonces soy una réplica de su ADN.
-Eso es.
-Lo que significa que, que, que...
-¿Qué?
-Que yo también soy un extraterrestre.

3 comentarios: